Recientemente se ha reconocido que el sistema afectivo y el sistema cognitivo están altamente integrados; es por esto que proces como la atención y el control ejecutivo, son apreciados en función de las diferencias individuales en dominios tradicionalmente considerados de naturaleza afectiva, como el temperamento. (Derryberry & Tucker, 2006 citado en Shiner, et al., 2013). Estudios como el de Fan, McCandliss, Sommer, Raz y Posner (2002) y Rueda et al., (2004), han mostrado que las diferencias en el rendimiento en las redes neuronales que componen a la atención, (alerta, orientación y control ejecutivo) pueden relacionarse con un conjunto de rasgos, considerados como disposiciones básicas que emergen de forma temprana en dominios de actividad, afectividad, atención y autorregulación; los cuales, a su vez son integrados por el constructo de temperamento. Las disposiciones básicas reflejadas en el temperamento son el producto de interacciones complejas entre factores genéticos, biológicos y ambientales a través del tiempo (Shiner, et al., 2013). Rothbart (2007) divide al temperamento en tres grandes dimensiones: surgency/extraversión, afecto negativo y control esforzado (Rothbart, Ahadi, Hershey & Fisher, 2001). En la charla se ofrecerá un panorama sobre algunos de los estudios realizados en el Laboratorio de Comunicación Humana y Cognición que dejan ver la influencia y relación entre el temperamento y distintos procesos cognitivos que van desde la atención hasta el aprendizaje de palabras.