El engaño, la trampa, las transgresiones sociales, etc., son conductas ampliamente extendidas, incluso pueden llegar a ser importantes para diversos aspectos de la vida, y en algunas esferas resultan cruciales, como en los asuntos políticos y económicos. Las conductas de engaño parecen ser universales, siguen una trayectoria de desarrollo predecible en los infantes humanos (que entre 3 y 4 años son capaces de detectar trampa) y se encuentran disminuidas en humanos que sufren trastornos particulares del neurodesarrollo. En este trabajo abordamos una de las explicaciones más importantes que se ha dado a favor de un supuesto mecanismo que los seres humanos poseemos para detectar trampa y tratamos de presentar evidencia donde se examina su validez. Para ello, en primer lugar presentamos el contexto teórico de donde surge una de las explicaciones de la capacidad para detectar trampa, en segundo lugar analizamos cómo la detección de trampa es sólo uno de los trabajos que se ha presentado para explicar la trampa y el engaño en las ciencias cognitivas. Dada esta riqueza de propuestas trataremos de dirimir entre dos diferentes explicaciones para detectar trampa a través de un estudio cognitivo que proponemos para analizar la capacidad del ser humano para detectar trampa. El estudio cognitivo que presentamos, defenderemos al final nuestra presentación, parece ofrecer apoyo a una teoría modular de la detección de trampa. Esta postura modular, sin embargo, guardaría algunas diferencias con la teoría modular defendida por los psicólogos evolucionistas.