El aumento en la popularidad de las aproximaciones corporizadas a la cognición ha hecho emerger cuestionamientos sobre el papel que cumplen las entidades internas separables de su contexto en los procesos de transformación de información sensorial en outputs motores, llegando incluso a negarlas en su totalidad. Para el caso de la experiencia consciente, el enactivismo sensoriomotor (O’Regan y Noë, 2001) ha aspirado a explicarla sin hacer uso de representaciones internas, postulando en su lugar la experticia en el manejo de bucles de contingencias sensoriales asociadas a actividades motoras, de manera que también la experiencia puede considerarse como independiente de la manipulación de representaciones internas. Por otra parte, ante la crítica de que ciertos tipos de actividades mentales superiores requieren a fuerza de representaciones, una alternativa enactivista ha sido rechazar la separación de los procesos cognitivos en alto y bajo nivel (Kiverstein y Rietlveld, 2018), y explicar a los primeros en términos de actividades anidadas de los segundos, lo cual parece ignorar ciertos componentes clave de la cognición que no ocurre en tiempo real. En este trabajo afirmo que la controversia sobre el rol de las representaciones se debe, en parte, a un fallo en los conceptos de centralidad con que se trabaja, existiendo al menos dos formas diferentes de comprender la idea de que un proceso cognitivo es central respecto a otro periférico. Por ello, la ausencia de procesamiento central en ciertos casos de control motor es tomada erróneamente como evidencia de la falta de procesos similares en casos fundamentalmente distintos. Sugiero además un abordaje distinto que no rezaga a la conciencia al lugar de un mero epifenómeno.