Semblanza
Gustavo Ortiz Millán es doctor en filosofía por Columbia University, en Nueva York. Actualmente es Investigador en el Instituto de Investigaciones Filosóficas, Universidad Nacional Autónoma de México, donde ingresó en 2003. Asimismo, es Investigador del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
Resumen
El discurso sobre el estatus moral de distintas entidades ha permeado la discusión filosófica. Hablamos de estatus moral cuando decimos que una determinada entidad tiene intereses, que estos tienen que considerarse por sí mismos, y que por ello tenemos obligaciones morales hacia ella. Se suele pensar que el concepto de estatus moral es un concepto útil, una forma sintética de referirnos a los intereses morales de una determinada entidad, sobre todo cuando queremos generalizar acerca de obligaciones e intereses morales, particularmente en casos en los que suele haber dudas acerca de las obligaciones e intereses morales de una determinada clase de individuos, particularmente en los llamados “casos marginales” (como los animales, los embriones, gente con discapacidades cognitivas severas, entre otros).
Sin embargo, el discurso sobre estatus moral tiene problemas. En este texto me refiero a tres de los principales problemas en torno a este concepto. En primer lugar, que son tantas las cosas a las que les atribuimos estatus moral y hacia las que decimos que tenemos obligaciones morales, que es difícil que haya un solo criterio a partir del cual podamos atribuir estatus moral. Todas las teorías que plantean un solo criterio para fundamentar la atribución de estatus moral tienen limitaciones, pero las teorías multicriteriales también presentan problemas. En segundo lugar, se ha planteado la idea de que hay entidades que tienen mayor o menor estatus moral que otras, es decir, que el estatus moral no es una cuestión de todo o nada. En estos casos se suelen invocar distintas características o capacidades para justificar el mayor o menor estatus moral de un individuo frente a otro.
Asimismo, si el estatus moral es algo que viene en grados, esto ha abierto la puerta a la posibilidad de incrementar el estatus moral de un individuo dentro de una cierta clase. Todo esto puede ser problemático y aquí exploro algunos de los problemas que tiene. En tercer lugar, algunos filósofos han manifestado su escepticismo acerca del concepto de estatus moral, argumentando que es un concepto redundante, que no quiere decir más que poseer cierto tipo de propiedad. De hecho, se suele añadir que no solo es redundante, sino que introduce confusión a la hora de deliberar moralmente. Por ello sería mejor deshacerse de él. En este ensayo quiero hacer una revisión de estas tres cuestiones en la discusión en torno al concepto de estatus moral. Creo que hay buenas razones para deshacerse de él. En cualquier caso, si se insiste en seguirlo usando, habría que tener conciencia de estos problemas.